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Reseña

CONSPIRACIONES (cuentos)
"EL ESPEJO DE LAS CONSPIRACIONES" por Esteban Buch
(Diario Río Negro, Junio de 1989)

 

“El hombre ilustrado”, de Ray Bradbury, comienza con un cuento en el cual unos leones holográficos se comen a los chicos que en su cuarto disfrutan del invento. En el primer relato de “Conspiraciones”, de Luisa Peluffo, los leones antropófagos son los de un cuadro de Henri Rousseau, que devoran al contemplador de la obra.

 

En Bradbury, el objeto cultural consume a su consumidor como un resultado avanzado de la evolución tecnológica. En Peluffo, es una antigua sabiduría oriental la que permite que el consumidor sea masacrado por el objeto cultural.

 

Peluffo no habla de Bradbury, pero el paralelo acaso no le disgustaría, porque en su libro los juegos de espejos se multiplican como una obsesión. Una mujer que fue hermosa odia a su imagen que amó; un policía descubre en un prófugo a su otro-yo; un actor se enamora de un doble que lo absorbe y suplanta; un candidato a Narciso descubre que se ha enturbiado el agua donde quiere mirarse.

 

Los cuentos titulados “Historia Simétrica I y II” son el despliegue narrativo de este principio. En realidad son “casi” la misma historia, como se muestra con la cita textual de párrafos enteros. Los desenlaces pueden ser opuestos, el antagonismo permanece. La reversibilidad del relato los engloba a ambos.

 

Estas relaciones especulares son destructivas: la imagen mata por presencia o ausencia. Si en el cuento de los leones el éxito de la fruición es el fin del espectador, en otro relato un pintor se suicida al fracasar ante una tela blanca (vacío colmado de todos los colores, todas las formas, todos los espacios). No te metas con la cultura amigo lector.

 

Sin embargo en el libro de Peluffo la cultura es lugar de origen. Es bien distinto a la “ciencia-ficción” de Bradbury: los anclajes están en un espacio mítico o histórico que siempre es previo. Citas de Shakespeare,  de Poe, de Borges, jalonan y legitiman el recorrido por este reino de las duplicaciones. Un anciano inmigrante que desde una estancia sueña con Europa, una moribunda que añora la Rusia zarista, son las aplicaciones “históricas” de un relato cuya marca sigue siendo un espacio dual. En el cuento llamado “Estigma I”, es la vida terrestre como tal la que se convierte en caverna platónica de llegada, y por lo tanto de degradación. Pero hay que llegar de todas maneras. El jardín – la naturaleza procesada por la cultura – también es un lugar peligroso.

 

Pulcras, intangibles, quizás poco letales son las conspiraciones de Peluffo. Los espejos son inquietantes. Sólo hacen sangrar cuando se rompen.

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